Por Héctor O. Fajardo/
El gobierno de la 4T, adorador de su tlatoani y su populista proyecto político, sepultaron nuestra democracia y destruyeron a la República. Ya no somos más un gobierno democrático con un régimen presidencialista acotado por la división de poderes y los contrapesos constitucionales; no somos más una República federal, democrática y representativa. Más que cualquier otro gobierno -desde el Constituyente de 1917-, Andrés Manuel López Obrador y su sucesora han deformado nuestra Carta Magna y creado un nuevo marco legal que atenta contra el Estado de Derecho y no garantiza la certeza jurídica.
En el ranking internacional estamos en los últimos lugares entre libertades democráticas y buen gobierno, advierten estudios mundiales que nos acercamos peligrosamente a los regímenes totalitarios; corto se quedó Mario Vargas Llosa cuando definió a la hegemonía priista como una dictablanda. Fueron curiosamente los sexenios tricolores los que pugnaron por dar a los mexicanos instituciones que salvaguardaron los derechos individuales y las garantías sociales. Fortalecieron la educación pública y laica, garantizaron el acceso a la vivienda para los trabajadores, crearon el ejido y la pequeña propiedad, además de dar crédito rural y obrero, crearon la banca de desarrollo; nacionalizaron el petróleo y la electricidad, aplicaron verdaderos programas sociales para una mejor distribución de la riqueza, modernizaron al país e insertaron a México en la globalización. En materia de democracia otorgaron el voto a la mujer, hubo una apertura democrática después del Movimiento del 68, abrieron espacios a la oposición en el Congreso y establecieron los legisladores plurinominales, ciudadanizaron las elecciones y se alejó el gobierno de su organización, fomentaron el pluripartidismo como fuente de nuestra democracia.
Pero en poco más de seis años, la 4T y las obsesivas pretensiones dictatoriales del tabasqueño acabaron con décadas de crecimiento y libertad. Aunque se dice admirador y seguidor de Juárez, Ricardo Flores Magón y Lázaro Cárdenas, más bien es émulo de Adolfo Hitler, quién a pesar de un fallido golpe de Estado arribó al poder mediante los comicios. Una vez instalado como canciller demolió a la república alemana, la república de Weimar. También heredó lo peor del populismo de Luis Echeverría -al que al menos se le debe la apertura democrática y la formación de los sindicatos independientes-, y José López Portillo, quienes crearon un Estado obeso que comprobó que subsidiar la pobreza no permite el desarrollo nacional y que el gobierno es un pésimo empleador, acabó con PEMEX y la CFE, empresas de Estado quebradas. Sin un proyecto político o verdadero plan sexenal, el ex presidente demostró que solo le interesaba obtener el poder para si mismo y que sus sucesores, como auténtico Maximato, conserven la silla presidencial como lo hizo el PRI.
Megalómano, se dedicó a conculcar muestra democracia. Desapareció el federalismo y la división de poderes, así como los contrapesos constitucionales, regresó la opacidad a la función pública y dejó sin observancia la ley -ya no podemos decir “todavía hay jueces en Berlín” como esencia del acotamiento al poder absoluto-, destruyó toda institución que se opusiera a sus designios o contraviniera sus decisiones casi monárquicas; los gobernadores de la 4T pasaron a ser virreyes que mantienen esquemas similares en sus estados. Obsesionado por el poder, dejó que se perdiera la gobernanza en buena parte del territorio nacional y que sea el crimen organizado -con quien mantienen una estrecha connivencia-, quien gobierne al país. La alianza denunciada por el inquilino de la Casa Blanca les ha permitido imponer con violencia en las elecciones estatales a los candidatos de la 4T. los narcos y sus sicarios se asemejan a los nazis que provocaron el incendio del parlamento Reichstag y tener pretexto para que el austriaco pudiera hacerse del poder absoluto.
Lo que no pudo destruir el macuspano, lo concluyó su sucesora en poco más de cien días. Sin república y sin democracia se mantiene la política de administrar la pobreza para conservar el poder con el voto subsidiado de pobres y clasemedieros, además de no pocos empresarios que por miedo o conveniencia aceptan el yugo de la 4T. Fue una burla “conmemorar” el 108 aniversario de la Constitución.
Aguas, porque el abuso del lenguaje patriotero de la defensa de la soberanía no nos salvará de la invasión norteamericana y el sojuzgamiento de nuestra economía.